Ha llegado a ser evidente que nada en arte es evidente.
T. Adorno.

viernes, 23 de marzo de 2018

LA ESCULTURA RENACENTISTA: DONATELLO Y MIGUEL ÁNGEL.

La escultura del Renacimiento italiano, igual que la arquitectura, se inspira en los modelos clásicos de la antigüedad grecolatina. La presencia de este tipo de obras en Italia hizo que la transición desde el gótico no fuese tan brusca, pues la estatuaria medieval había estado también muy influida por la supervivencia de lo antiguo. Así, en los primeros artistas del quattrocento, puede advertirse una esbeltez de proporciones y una elegancia lineal y arabesca que procede del gótico internacional, junto a unos rasgos que podemos considerar abiertamente clásicos:
- El naturalismo, que busca la semejanza entre la obra y el modelo, oponiéndose al misticismo y simbolismo medievales. En este sentido, adquiere sentido la aplicación de la perspectiva en los relieves.
- La importancia de la figura humana (antropocentrismo) en las representaciones, adquiriendo importancia el desnudo y el estudio de la anatomía.
- El interés por lo monumental y lo severo, que se traduce en la diversificación de los temas representados. Junto a los religiosos, aparecen también temas paganos y mitológicos, así como retratos de distinta tipología: bustos, sedentes, ecuestres, funerarios…
- La utilización de los materiales nobles de la antigüedad: bronce y mármol; en la Toscana se emplea también la terracota (barro pintado), como complemento decorativo de las arquitecturas.

Los escultores más destacados del siglo XV, que centran su producción en la ciudad de Florencia, son Lorenzo Ghiberti, Donato di Niccolo (“Donatello”), Lucca della Robbia y Andrea Verroccio.
Ghiberti se considera el iniciador del estilo, aunque en su obra perviven todavía elementos góticos. Cultivó esencialmente el relieve en bronce, tratando con maestría la figura humana y el paisaje en perspectiva. Sus obras más importantes son la Puerta norte del Baptisterio de la Catedral de Florencia (1404-24), inspirada por la que Andrea Pisano había realizado un siglo antes. Y, ante el éxito conseguido por ésta, la Puerta este, denominada del Paraíso por Miguel Ángel debido a su virtuosismo (1425-52). En ella sustituye los casetones góticos que encorsetaban las escenas por diez paneles rectangulares con escenas del Antiguo Testamento, trabajadas de un modo casi pictórico. Dichos paneles se enmarcaban por finas molduras con motivos vegetales, figuras bíblicas y retratos de distintos personajes entre los que aparece el propio escultor.
DONATELLO es el escultor más importante del siglo XV florentino. Trabajó como ayudante de broncista en el taller de Ghiberti durante la elaboración de la Puerta norte. Viajó después a Roma con Brunelleschi y tras su regreso a Florencia inició una carrera en solitario de gran actividad. Su estilo se caracteriza por la búsqueda del equilibrio y la armonía clásicos, no exenta de un acusado realismo de gran fuerza expresiva y emocional. Consiguió un perfecto dominio de la anatomía humana, que le permitió representar al ser humano –su tema predilecto- en todas sus etapas; en su belleza y su fealdad. A este grupo corresponden algunas de sus obras más célebres como el San Jorge para la iglesia del Orsanmichele (1417-20), ejemplo de la plenitud viril; el profeta Habacuc (1923-35), para el campanile de la catedral florentina, personificación del realismo deforme de la vejez; y el David (1440-43), primer desnudo del Renacimiento, ejemplo de la gracia y delicadeza de la pubertad.
La estancia de Donatello en Padua durante diez años (1443-53) permitió difundir la escultura del Renacimiento por la Italia septentrional. En este periodo sobresale la escultura ecuestre del condottiero Erasmo de Nardi, llamado Il Gattamelata, realizada en bronce, que puede considerarse el primer gran retrato a caballo desde el de Marco Aurelio. Situada en una plaza, inaugura la estatuaria pública de la Edad Moderna, además de dotar de una dignidad monumental, propia de los emperadores romanos, a un jefe militar a sueldo.
Tras su regreso a Florencia, realiza esculturas caracterizadas por su expresionismo y emotividad, como la Magdalena del Baptisterio de Florencia.
Donatello trabajó asimismo el relieve con profusión, en obras como la pila bautismal del baptisterio de Siena, la cantoría de Santa María del Fiore, los púlpitos de la catedral de Prato o de la iglesia de san Lorenzo en Florencia o el altar de la iglesia de San Antonio en Padua. En todos ellos mostró su preocupación por la perspectiva, la composición y la creación de espacios fingidos con los que representar la realidad, lo que ejecutó con enorme maestría gracias a la técnica del stiacciato o schiacciato (aplastado), en los que los distintos planos de un bajorrelieve se aplastan con escasos milímetros de diferencia hasta conseguir los efectos espaciales deseados.
Contemporáneo de Donatello es el también florentino Lucca della Robbia, creador de una escultura de gran delicadeza y finura, ejemplificada en su cantoría para la catedral de Florencia y en el modelado de esculturas de cerámica vidriada que solían complementar las arquitecturas brunelleschianas.
A la segunda mitad del siglo pertenece Andrea Verrocchio, buena muestra del arte de taller que prolifera en Florencia a fines del siglo XV. Es autor de obras virtuosas, como el David del Barguello, no exentas de gran energía y tensión, como el condottiero Colleoni, realizado para la ciudad de Venecia.
En contraposición al siglo XV, y al igual que en la arquitectura, el cinquecento traslada su centro de acción a Roma. Desde el punto de vista formal, la escultura del siglo XVI abandona la delicadeza cuatrocentista en favor de una monumentalidad simplificadora, anticipada ya en algunas obras de Donatello. El relieve deja paso al bulto redondo, que adopta frecuentemente tamaños superiores al natural.
El artista más emblemático es MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI, considerado como uno de los grandes genios de la historia del arte universal. Aunque cultivó también la arquitectura y la pintura, se calificó a sí mismo como escultor y su trayectoria creativa en esta disciplina marcó la evolución estética de su tiempo y de artistas posteriores.
Florentino de nacimiento, aprendió el arte de la escultura con Bertoldo di Giovanni, discípulo de Donatello. La influencia de éste se deja sentir en obras de juventud como la Madonna de la Escalera (1492). Siendo todavía muy joven se traslada a Bolonia, donde conoce la obra de Jacopo della Quercia, y más tarde a Roma, que marcarán definitivamente su obra hacia un concepto grandioso de las formas. Allí realiza la célebre Piedad del Vaticano (1497-99), obra de extraordinaria serenidad y equilibrio, determinados por su composición piramidal; de volúmenes puros y cerrados, y un acabado refinado propios del clasicismo. Poco después, culmina estas propuestas en el David realizado para la Opera del Duomo florentina entre 1501 y 1504. La estatua, de dimensiones colosales, manifiesta el perfecto conocimiento de la anatomía humana, así como la actitud grandiosa y el porte heroico del contrapposto grecolatino. Una vez terminada, se decidió su ubicación en la Signoría, otorgándole un valor civil que ejemplificaba el triunfo de la República de Florencia frente a quienes deseaban suplantarla en el marco de una época especialmente convulsa.
En 1505 recibe el encargo de construir el mausoleo del papa Julio II, que interrumpirá para llevar a cabo la decoración pictórica de las bóvedas de la Capilla Sixtina. El proyecto fue retomado tras la finalización de las citadas obras en 1512, tallando las imágenes de Moisés y los esclavos (a partir de 1513). En ellas aparecen rasgos del nuevo Miguel Ángel que se aproxima inevitablemente al manierismo, como la terribilitá y el non finito. La primera, esbozada en David y concretada en Moisés, consiste en la expresión de las pasiones internas hasta alcanzar el sentido máximo del drama; el segundo, ejecutado en el Esclavo atlante, introduce el concepto del esbozo escultórico como contraste con las superficies acabadas y en el que la imaginación del espectador contribuye a la construcción definitiva de la obra. En total se realizaron seis proyectos distintos para el mausoleo, que finalmente quedó instalado como retablo en la iglesia de San Pietro in Víncoli de Roma en 1542.
Entre 1520 y 1524 labra los sepulcros de Giuliano y Lorenzo de Medici en la sacristía nueva de San Lorenzo de Florencia. Les acompañan recostados sobre la superficie curva e inestable de los sarcófagos, en actitud contrapuesta, las figuras alegóricas del Día y la Noche, y el Crepúsculo y la Aurora. Entendidas como robustas anatomías masculinas y femeninas, se interpretan como el transcurrir inevitable del tiempo y de la vida: "tempus fugit", y trasunto escultórico del tópico literario del “ubi sunt”.
Años más tarde, en su vejez, la exaltación del cuerpo deja paso a un pesimismo dramático que encuentra en el tema de la Piedad un campo adecuado, como ejemplifican las de la Catedral de Florencia (1550-53) y la Rondanini (1564); ambas están en el polo opuesto de la Piedad del Vaticano y ejemplo de la escultura más alejada del clasicismo.
La figura de Miguel Ángel eclipsa a todos sus coetáneos, quienes buscaron frecuentemente influencias del maestro aunque tamizadas por las propuestas individuales del manierismo. Bandinelli y Ammanani apostaron con desigual fortuna por la potencia anatómica miguelangelesca; otros, como Cellini (Perseo) o Giambologna (Rapto de las Sabinas) por una elegancia formal, de líneas más esbeltas y complejas, como las serpentinatas (helicoidales) experimentadas ya por Miguel Ángel, que anticipan definitivamente la estatuaria del Barroco.

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