2.2. CARACTERÍSTICAS
GENERALES DE LA ARQUITECTURA GRIEGA.
Es
adintelada, sencilla, armónica y de dimensiones humanas. Emplea la piedra en
los edificios nobles y el mampuesto, el adobe y la madera para los edificios
familiares. En general, las formas arquitectónicas quedan definidas en la época
arcaica, siendo perfeccionadas durante el periodo clásico y se diversifican en
el helenismo. El origen de la arquitectura monumental hay que buscarlo en el
plano de la religión y dentro de ella en el templo.
3.2.1.
El templo.
Se
concibe como lugar destinado a la escultura del dios, alzado sobre un solar
sagrado: el témenos. Su ubicación se asoció siempre a lugares de
especial significación natural. Los
primeros templos fueron realizados en madera, con un precedente remoto en el mégaron
micénico. A lo largo del siglo VII aC. se fue introduciendo la piedra en su
construcción, primero en el interior y más tarde en el orden de columnas. Al
mismo tiempo la cella fue
compartimentándose en diferentes estancias hasta llegar a la solución canónica:
pronaos (vestíbulo), naos o cella (templo propiamente dicho) y opistódomos (sala destinada al tesoro y depósito de exvotos).
El
templo se convirtió desde antiguo en la imagen arquitectónica de lo griego. La
arquitectura templaria debía responder, por ello, a unos esquemas de
construcción homogéneos que reprodujeran la misma tipología de edificios en
lugares muy distantes. Por eso, surgen y se consolidan los órdenes
arquitectónicos, conjunto de elementos constructivos que regularizan las
edificaciones conforme a su proporción y armonía. Los dos más empleados fueron
el dórico y el jónico, y desde de la época clásica un tercero: el orden corintio.
El orden dórico es el más antiguo
de todos y debe su nombre a que la tradición lo consideraba una creación de los
dorios, pueblo severo y disciplinado, habitantes del Peloponeso y la Magna
Grecia. Se caracteriza por su robustez; carece de basa y posee un capitel
formado por ábaco y equino.
El orden jónico nació y fue
característico de las islas y costas de Jonia (Asia Menor), donde alcanzó su
mayor monumentalidad y difusión. Se trata de un orden de inspiración naturalista
con el que intentaba plasmar la suavidad y belleza del cuerpo femenino. Sus
columnas tienen basa y un capitel formado por volutas enfrentadas.
El orden corintio –el último en
aparecer- es en realidad una variante ornamental del anterior, del que sólo se
distingue por sus dimensiones más esbeltas y por la utilización de un capitel
conformado por dos filas de hojas de acanto superpuestas.
3.2.2.
Evolución de la arquitectura y el urbanismo.
A) La época arcaica.
Siguiendo
la tradición micénica, las primeras polis griegas se concibieron como
ciudades-estado independientes asentadas en acrópolis. La consolidación del
sistema de polis durante el s. VII aC. permitió el desarrollo de un tejido
urbano perimetral que paulatinamente fue dotándose de diversos servicios y
reduciendo la acrópolis a un simple recinto sagrado. El trazado urbano fue
centralizándose en el ágora,
convertida en lugar de actividad política y social. En su entorno se levantaban
los principales edificios públicos: el Pritaneo
(sala de gobierno de la ciudad), el Bouleuterion
(sala de reunión del Consejo), etc. Con el tiempo proliferaron también las palestras (recinto para practicar la
lucha) y ya en época clásica los teatros.
El templo se levantaba frecuentemente en la acrópolis. Hacia el año 600 aC. el
dórico estaba ya perfilado en el Peloponeso y se extendía por el continente
griego. De esta época es el templo de Hera
en Olimpia. A mediados del siglo VI, la Grecia oriental y las islas egeas
conocen la expansión del orden jónico en templos colosales como el Artemisión de Éfeso.
B)
La época clásica.
La
arquitectura de este periodo estuvo condicionada por los acontecimientos
históricos que la precedieron: Las
Guerras Médicas. Este hecho se traduce en la planificación de las nuevas
ciudades conforme a un trazado reticular debido a Hipódamos de Mileto. Las calles se cortan en ángulo recto
favoreciendo la salubridad y las comunicaciones con el ágora y los principales
edificios que se sitúan en un lugar preferente centralizado. En lo
arquitectónico asistimos a un primer periodo de austera grandiosidad, ejemplificada
por el orden dórico canónico y solemne del templo de Zeus en Olimpia. Sin
embargo, el clasicismo en la arquitectura debe asociarse a la figura de
Pericles y a las obras para el embellecimiento de la acrópolis de Atenas.
Durante
el siglo IV aC. la arquitectura griega pierde el equilibrio clasicista, como
consecuencia de la crisis ideológica que había supuesto la Guerra del
Peloponeso. Aparecen nuevos modelos de
templos, como los Tholos –templos
circulares- de Marmaria en Delfos, Olimpia y Epidauro. De esta época son también
los grandes teatros, como el de Epidauro.
Los
teatros construidos resultaron de la
evolución de los espacios naturales (vaguadas, laderas de pequeños montes, etc.)
aprovechados inicialmente para la celebración de las fiestas en honor a
Dionisos. Se organizaban en torno a un espacio circular central, la orchestra, lugar donde bailaba y cantaba
el coro, y alrededor del cual -formando
una herradura- se disponía el theatron
(“desde donde se mira”) o cavea,
graderío destinado al público. En el lado opuesto se situaba la escena, que ejercía las funciones de
vestuario y almacén. Con el tiempo, las representaciones se trasladaron a la
escena, adquiriendo protagonismo el proscenio,
una plataforma elevada que ponía en relación la orchestra y la escena. Al estar
siempre construidos en las laderas, el acceso se realizaba a través de sendas
puertas laterales denominadas parodos,
situadas entre la cavea y la escena.
Finalmente,
surgieron también a fines del siglo los primeros monumentos funerarios de
importancia como el sepulcro de Carias Mausolo en Halicarnaso, que utilizando
los órdenes como recurso decorativo anuncia la proximidad del dinamismo
helenístico.
C)
La época
helenística.
El
Imperio de Alejandro supuso la aparición de un Estado de dimensiones colosales
del que surgirán, tras su muerte, un sinnúmero de reinos helenísticos. Los
nuevos soberanos desarrollarán programas constructivos de carácter áulico. La
racionalidad y el equilibrio dejan paso a la monumentalidad y el asombro. El
plano hipodámico se extiende por las nuevas ciudades, que se engrandecen con
edificios públicos: stoas, palacios,
bibliotecas, faros, etc. Los templos pierden su mesura y proporción humana,
como demuestra el Olimpeion en Atenas
o adquieren formas inusuales, como en el caso del Altar de Zeus en Pérgamo, donde
se transgreden los órdenes a favor de los efectos de teatralidad. Tras la
invasión de Roma a mediados del s. II aC., la arquitectura helenística se funde
con la romana.
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