2.3. LA ACROPOLIS DE ATENAS.
Sin embargo, el clasicismo en la arquitectura debe asociarse
a la figura de Pericles y a las obras para el embellecimiento de la zona más
noble de la ciudad de Atenas: LA ACRÓPOLIS.
Gracias al prestigio político obtenido con la victoria sobre
los persas (confirmada por la paz de Calias de 449 aC.) y al control económico
del tesoro y los tributos de sus aliados, Pericles desarrolla un programa de
reconstrucción de la Acrópolis –arrasada durante la guerra- llamado a
convertirse en el modelo de la nueva Grecia y en la culminación de la serenidad
y emoción contenidas como reflejo de la plenitud interior que es el clasicismo.
Para el embellecimiento de la Acrópolis, Pericles contó con el talento del
escultor Fidias, al que nombró inspector de todas las obras y con la
colaboración de los mejores arquitectos de la época: Ictino, Calícrates y
Mnésicles.
Los dos primeros fueron los autores de la construcción más
emblemática de la cultura griega: El Partenón, entre el 447 y el 438 aC.,
dedicado a la diosa Atenea Parthenos (Atenea virgen), como símbolo inequívoco
del prestigio ateniense. Es un templo dórico octástilo y períptero. Tanto en su
estructura como en sus detalles ornamentales se aprecian influjos de las
corrientes jónicas (Atenas había sido habitada por los jonios, algo de lo cual
los atenienses se sentían orgullosos por diferenciarlos de las demás polis del
continente), así como una constante preocupación por los efectos ópticos y de
perspectiva que se plasmaron en la curvatura de los elementos horizontales, la
inclinación de los verticales y el aumento del volumen de las columnas
exteriores, innovaciones técnicas que confieren al conjunto una sorprendente
impresión de armonía y plasticidad. Su cella, cuya altura alcanzó los 19m,
estaba dividida en forma de U por una fila continua de dobles columnas dóricas
superpuestas que creaban el escenario propicio para el depósito de la colosal
imagen criselefantina de la diosa Atenea, una de las obras más famosas de
Fidias y de toda la Antigüedad. Tras ésta, y sin comunicación interior se
situaba el opistódomos, la cámara de las doncellas (estancia que originalmente
recibió la denominación de partenón), con cuatro columnas jónicas en su interior y destinado a albergar los exvotos
del templo y el tesoro de las polis aliadas. El Partenón representa la
culminación de la arquitectura griega: la simetría, el ritmo, las dimensiones
humanas y la proporción (en todo el edificio con un ritmo 4:9 de evocación
aúrea), están aquí llevados a su máxima perfección.
Un año después de la conclusión del Partenón se inicia la
construcción de los Propileos (437-433 aC.), la entrada monumental de la
Acrópolis, concebida por Mnesikles con la magnificencia que merecía tan noble
recinto y siguiendo esquemas micénicos.
Poco más tarde y después de superar una serie de problemas
relacionados con la terminación de las obras de los Propileos y el estallido de
la Guerra del Peloponeso, se construye el pequeño templo jónico de Atenea Niké
(Atenea victoriosa), conocido también como el templo de la Niké Aptera
(Victoria sin alas), para significar que el genio caprichoso de la victoria
nunca abandonaría la polis ateniense. Se retomaba así –con una clara
intencionalidad política- un viejo proyecto de Calícrates que fue abandonado
por la construcción del Partenón. Para reafirmar su significación fue
inaugurado en el 421aC., coincidiendo con la paz de Nicias y ocho años después
de la muerte de Pericles.
También en el 421 aC. comienza la construcción del último
gran templo de la Acrópolis: el Erecteión (421-406 aC.), atribuido a Mnésikles
por lo delicado de su estilo. Es, sin duda, el más complejo, por tener que
salvar importantes desniveles que no podían ser modificados debido al
simbolismo religioso del terreno y porque debía servir para venerar a las
divinidades y héroes que tenían algo que ver con Atenas a modo de panteón:
Atenea, Poseidón, Erecteo, Cecrops, etc. Además, se construyó en orden jónico
para rivalizar con el próximo Partenón.
El edificio se concebía como un templo tradicional de planta rectangular y orientado
de Este a Oeste, aunque con tres pórticos, cada uno situado a distinto nivel,
por exigencias del terreno y por respeto a los puntos que eran motivo de
veneración. El inferior, al norte, es un pórtico tetrástilo que conduce al
santuario de Poseidón-Erecteo, donde el dios había golpeado la roca con su
tridente y donde tenían lugar ancestrales cultos a la tierra. La parte
oriental, sensiblemente más elevada, presentaba un pórtico hexástilo y se
dedicaba a la Atenea polías (Atenea ciudadana). Hacia el
sur, frente al Partenón, se elevaba un tercer pórtico, en realidad una
tribuna-balconada sustentada por seis cariátides
(estatuas-columna femeninas) atribuidas al escultor Alcamenes, discípulo de
Fidias. Frente a la elegante sencillez del Partenón, el Erecteión aporta
una mayor riqueza y variedad decorativa que anticipa la arquitectura del s. IV
aC.
La elección del orden jónico en los dos últimos –que Fidias
había reducido a detalles decorativos en el Partenón- debe entenderse como una
reafirmación de lo ateniense en la lucha por la preeminencia de la Hélade.
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