La imagen que paso a comentar es el monasterio
de San Juan de los Reyes, construido bajo patronazgo de Isabel “la Católica” a
partir de 1478 para conmemorar la victoria en la batalla de Toro, que le
aseguraba el triunfo en la guerra sucesoria que mantenía con su sobrina Juana “La
Beltraneja”, y el nacimiento de su segundo hijo, Juan, el único varón,
destinado inicialmente - pues moriría con apenas 19 años- a heredar el trono.
La iglesia es de nave única, con capillas
entre los contrafuertes y transepto inscrito, claramente separado del resto del
conjunto y concebido inicialmente como panteón real. Responde al denominado gótico reyes católicos o isabelino, la versión hispana del gótico
flamígero europeo, caracterizado por su sentido ornamental y su profusión
decorativa que se traducen por ejemplo en el empleo de bóvedas en estrella o en los riquísimos adornos de tracerías, esculturas y epigrafías que llenan sus
muros y disimulan con frecuencia los elementos estructurales. Mención especial
merece la decoración del crucero a base de repeticiones del escudo real
sustentado por el águila de San Juan, que cubre por completo el espacio, junto
a exuberantes motivos florales, animalísticos y humanos. El concepto de la luz
tamizada por las vidrieras como prefiguración de la Jerusalén Celeste se pierde
en aras a una luz blanca, más pura, que permite apreciar mejor los elementos
decorativos y traducir inmediatamente su mensaje sin la retórica simbólica del
gótico clásico.
Al exterior, la iglesia presenta una fachada lateral
sobria, si la comparamos con el interior de la misma. Llama la atención su portada en arco de triunfo con columnas pareadas a ambos
lados que prefiguran el estilo renacentista. El resto traduce los volúmenes
interiores, destacando los grandes contrafuertes, coronados por esbeltos
pináculos floreados, y el transepto del que sobresale su cimborrio de
coronación. Una curiosidad son las cadenas que cuelgan del muro de este último
pertenecientes a los últimos cristianos prisioneros de los sultanes nazaríes y
que refieren la circunstancia de que la iglesia fue terminada tras al conquista
de Granada.
Mención especial merece el claustro situado
en el lado opuesto a la mencionada fachada. Está organizado en dos pisos, el
interior con sencillos arcos apuntados que cobijan una tracería flamígera y el
superior de arcos mixtillíneos y de inspiración mudéjar.
El conjunto del monasterio es obra del
arquitecto bretón Juan Guas, uno de los más representativos del gótico
isabelino. Sabemos de él que fue maestro de obras de la familia Mendoza y que intervino
en la construcción de edificios tan importantes como el Palacio del Infantado
en Guadalajara, el castillo de Manzanares el Real en Madrid o el castillo de
Belmonte (Cuenca). Pudo haber sido hijo del cantero Pedro Guas quien trabajó a
las órdenes del maestro Hanequín de Bruselas en la Puerta de los Leones de la
catedral de Toledo.
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