El romano es un arte ecléctico y de naturaleza
pragmática conforme al espíritu de la ciudad surgida en el Lazio a mediados el siglo VIII aC., quie terminará con el tiempo imponiéndose en todo el mundo occidental y mediterráneo. Al margen de la enorme influencia griega a partir del siglo II aC, como consecuencia de la conquista de Grecia por parte de Roma, los orígenes del mismo hay que buscarlos en la península itálica y más
concretamente en Etruria, la actual Toscana (al norte de Roma), donde se desarrolló una importante
civilización en la primera mitad del I milenio aC. de dudosa procedencia pero importante acervo cultural y artístico. Dos son los grandes logros aportados
por los etruscos al arte romano: por una parte el sentido del utilitarismo y,
por otra, el afán por expresar la realidad. Ambos logros se traducen por ejemplo en la utilización del arco y la bóveda, o en el aumento de los órdenes arquitectónicos; la proliferación del retrato en escultura o el empleo de los frescos pictóricos.
Si el arte griego en su momento histórico pudo influir
como ningún otro desde la península ibérica a India, no es menos cierto que la
consolidación del lenguaje clásico y su proyección futura sería incomprensible
sin el arte romano, que extiende aproximadamente durante un milenio a lo largo
de los siguientes periodos, que coinciden con los de la historia política de la propia ciudad:
-
753-509 aC. Monárquico. Asimilación de todo
lo etrusco.
-
509-27 aC. Republicano. Concreción de las
primeras formas arquitectónicas y del retrato, que pronto se entrelazan con la
influencia helenística.
-
27-235 dC. Alto Imperial. Arte como
representación del régimen. Conjugación clasicista con un barroquismo que
tiende al refinamiento y la emotividad.
-
235-476 dC. Bajo Imperial. La emoción deja
paso a la formalización. Tras Constantino se produce una cristianización de las
formas tradicionales del clasicismo.
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