Ha llegado a ser evidente que nada en arte es evidente.
T. Adorno.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Comentario Evau: Altar de Zeus en Pérgamo.




Imagen de una arquitectura religiosa, de apariencia centralizada y realizada en sillería de mármol –a hueso y grapada- siguiendo modelos constructivos adintelados. Es propia del periodo helenístico del arte griego que se desarrolla en el Mediterráneo central y oriental desde fines del siglo IV hasta mediados del II aC.

Como advertimos en la clasificación, se trata de un edificio sagrado muy singular; elevado por un crepidoma de triple escalón -sostenido por enorme pódium- sobre el que monta una estoa columnada en forma de U invertida (de orden jónico con arquitrabe trifacetado, cornisa taqueada y acróteras en los vértices exteriores de la techumbre) que daría acceso a un patio abierto donde se dispondría el ara destinada a la llama sagrada. Las dos alas laterales enmarcan la subida al edificio a través de una gran escalinata que se derrama por los laterales del edificio con cuatro peldaños hasta rodearlo por completo.
Esta tipología constructiva podría tener sus precedentes en los altares de cenizas dedicados a Zeus (como el de Olimpia) que son reinterpretados aquí con el sentido teatral y barroquizante propio del helenismo. Así, la parte esencial del edificio pasa a ser el podio y no la fachada, como demuestra –además de sus dimensiones- el hecho de desplazar el friso escultórico a la zona inferior del mismo, donde se representan escenas de la batalla entre dioses y gigantes. De este modo, se produce un contraste de espacios muy característico de la época. El exterior, dominado por los poderosos relieves, es dinámico y exaltado, e implica al espectador en su ascenso al altar a través del abrazo simbólico que le procura el edificio. El interior es abierto y espaciado siguiendo el ritmo del peristilo, sosegado y equilibrado, como expresión de la divinidad triunfante. El orden, que caracteriza la sensibilidad clásica, ha sido alterado por una poética de extremos. El ethos y la areté pitagórica dan paso al pathos, subversivo, irreflexivo e inestable de la Grecia helenística.
El Altar de Zeus en Pérgamo fue construido durante el reinado de Eumenes II a partir de 181 aC.  Responde al monumentalismo y la grandiosidad con que los monarcas de los reinos alejandrinos dotaron a sus edificaciones, a mayor gloria de su poder y su fama, tal y como queda reflejado por el relieve de la Gigantomaquia. De forma terrible se expresa la conmoción cósmica que supuso el enfrentamiento entre la racionalidad del Olimpo y las fuerzas del caos, identificados respectivamente con la corte pergámica (los atalos) y sus enemigos (los galos). El edificio mismo es el escenario de la batalla. Al exterior caótico sucede el interior ordenado que resulta del final del conflicto. La llama eterna garantiza la victoria y la paz en la figura del soberano, Eumenes, el nuevo Zeus.

Su planta es un cuadrángulo de 36x34 metros aproximadamente y se encuentra parcialmente reconstruido en el Museo de Pérgamo en Berlín.

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