La imagen que voy a comentar es una arquitectura
arquitrabada, casi maciza, realizada en piedra y de carácter funerario característica
de la civilización del antiguo Egipto que se desarrolla durante los tres
primeros milenios antes de Cristo.
Se trata de un enterramiento en forma de pirámide
escalonada, a partir de la superposición de mastabas (sepulturas
troncopiramidales). Está realizada en mampostería y sillería de arenisca y posteriormente
revestida por caliza blanca de Tura, hoy prácticamente perdida, que le
otorgaría una dimensión sagrada: la petrificación de un rayo del dios sol. Presenta un carácter macizo a excepción del
pequeño serdab lateral para el depósito de la escultura del Ka del faraón,
mientras que la cámara sepulcral destinada al enterramiento de faraónico se excava
por debajo de la fábrica.
Responde, como vemos, a una doble idea de monumentalidad y
perdurabilidad asociada al prestigio político y religioso del faraón.
Simbólicamente la forma piramidal adquiere en Egipto una significación
protectora identificada con la divinidad solar Ra, que reflejaría el carácter
de divinidad viviente del sepultado. En este caso, además, los distintos escalones
evocarían la jerarquización del mundo egipcio, sin la cual hubiese sido
imposible la ejecución de estos monumentos.
Tradicionalmente se pensó que este tipo de construcciones
estarían fundamentadas en una sociedad esclavista. En la actualidad se asocian
a una doble premisa característica de la civilización egipcia: su profundo
sentido religioso y una organización social capaz de hacer trabajar a grupos de
varios miles de campesinos durante los periodos no agrarios.
Los orígenes del enterramiento piramidal se remontan a los
inicios del Imperio Antiguo, coincidiendo con un periodo de prosperidad
política asociado a la unificación del Bajo y del Alto Egipto durante la III
dinastía. Sus primeros ejemplos son escalonados –como el presente- o acodados,
hasta alcanzar su forma clásica en la Pirámide Roja del faraón Snefru en
Daschur y proporciones áureas en la Gran Pirámide de Keops de la necrópolis de
Gizeh durante la IV dinastía. La pérdida de prestigio político, poder económico
y la aparición de nuevos ritos religiosos con la dinastía V suponen la
reducción de las dimensiones y el empobrecimiento de estas construcciones, que
continúan realizándose en el Imperio Medio (Sesostris I o Amenhemet III). Sin
embargo el expolio al que fueron sometidas en época dará paso a otro tipo de
enterramientos excavados sobre la roca: los hipogeos. Durante el primer milenio
la cultura sudanesa de Meroe retomará este tipo de enterramientos e, incluso,
los propios romanos la utilizarán para sus sepulturas en ocasiones puntuales
tras la conversión de Egipto en provincia del Imperio (Pirámide de Cayo
Cestio en Roma).
La pirámide propuesta es concretamente la del faraón Zoser
de la dinastía III, la primera de las
construidas. Se halla en el complejo funerario de Sakkará, fue diseñada por
Imhotep hacia el año –2650 a.C y alcanzaría los 65m de altura. La imagen
muestra además algunos de los templos asociados al patio del Heb sed, donde se
repetiría la doble coronación del faraón fallecido, durante los rituales
osiríacos.
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