Ha llegado a ser evidente que nada en arte es evidente.
T. Adorno.

jueves, 29 de marzo de 2018

DAVID, MIGUEL ÁNGEL:

CLASIFICACIÓN: La obra que voy a comentar es el David, una escultura exenta o de bulto redondo, tallada en mármol entre el 1501 y 1504 para la Ópera del Duomo florentina. Esta famosísima obra se debe a Miguel Ángel Buonarroti, el artista más famoso y polifacético del Renacimiento, considerado uno de los grandes genios de la historia del arte en general. Aunque cultivó también la arquitectura y pintura, se calificó  a sí mismo como escultor y su trayectoria creativa en esta disciplina marcó la evolución de estética de su tiempo y de artistas posteriores.
ANÁLISIS: Como ya hemos dicho anteriormente, se trata de una escultura exenta o de bulto redondo. Realizada en mármol, la escultura cuenta con unos 5 metros de altura  (5,17 para ser exactos) por lo que se trata de una escultura de dimensiones colosales. Representa a un hombre joven con una actitud de contrapposto, con la mano izquierda sobre el muslo correspondiente en ademán de agarrar una piedra, mientras que con la opuesta sujeta los extremos de una honda que se desliza por el hombro izquierdo. A su vez la escultura está dotada de cierta frontalidad, pero al contemplar el rostro girado, este nos lleva girar el punto de mira. 
Destacamos la proporcionalidad, el gran conocimiento sobre la anatomía humana de Miguel Ángel, tratando los rasgos corporales, gestos o expresión del rostro, ponen al descubierto un hombre sometido a una gran tensión interior con gran delicadeza. Si Donatello había representado el mismo tema en el momento posterior a la victoria sobre el gigante Goliat, Miguel Ángel elige un momento de gran tensión espiritual y física, el de la preparación previa al enfrentamiento desigual, en el que el joven David pone todos sus músculos en tensión y observa atentamente al enemigo que, imaginariamente, se sitúa frente a él.
Por ultimo debemos decir que está hecha a la prima, es decir de una sola pieza, destacando una vez la grandiosidad de Miguel Ángel.

COMENTARIO: Nos encontramos en el Renacimiento, más concretamente en el Cinquecento. La escultura renacentista, al igual que la arquitectura se inspira en los modelos clásicos de la antigüedad grecolatina. La presencia de este tipo de obras en Italia hizo que la transición desde el gótico no fuese tan brusca, pues la estatuaria medieval había estado también muy influida por la supervivencia de lo antiguo. Así, en los primeros artistas del quattrocento, puede advertirse una esbeltez de proporciones y una elegancia lineal y arabesca que procede del gótico internacional, junto a unos rasgos que podemos considerar abiertamente clásicos: El naturalismo, que busca la semejanza entre la obra y el modelo, oponiéndose al misticismo y simbolismo medievales. En este sentido, adquiere sentido la aplicación de la perspectiva en los relieves. La importancia de la figura humana (antropocentrismo) en las representaciones, adquiriendo importancia el desnudo y el estudio de la anatomía. El interés por lo monumental y lo severo, que se traduce en la diversificación de los temas representados. La utilización de los materiales nobles de la antigüedad: bronce y mármol; en la Toscana se emplea también la terracota (barro pintado), como complemento decorativo de las arquitecturas.
Miguel Ángel optó para esta obra por utilizar un bloque de mármol que había comenzado a ser modelado sin éxito y que se conservaba en los almacenes de la catedral. Ello condicionó a la hora de esculpir su obra al autor quien tallaba directamente del bloque sin modelado previo. El tema del joven David, quien guiado por Dios vence al gigante Goliat, soldado de los ejércitos filisteos, es uno de los más representados por la escultura del Quatrocentto y ya había sido representado con anterioridad por escultores de la talla de Donatello y Verrochio. Sin embargo, el David de Miguel Ángel se convierte en un gigante de mármol, impulsado por una fuerza interior que le hace estar seguro del resultado victorioso de la contienda y cuya tensión se manifiesta en todos los músculos de su anatomía (cuello, manos, rostro, etc...). Lleva la mano izquierda a la honda, que cae sobre el hombro y la espalda, mientras que el brazo derecho pende verticalmente. La cabeza se mueve también hacia la derecha, sesgadamente, ofreciendo el perfil al espectador que mira frontalmente. Una pierna, ligeramente doblada, avanza hacia delante, mientras la otra, tensa, obliga a una ligera comprensión del torso. La obra está hecha para ser vista de frente y tiende a marcar lo desmesurado de las proporciones. El artista no representa la acción, sino su impulso moral, la tensión interior que precede el desencadenamiento del acto. El movimiento es contenido, centrípeto, con líneas de fuerza que retornan al bloque de piedra. La cabeza nos permite percibir la pasión del rostro, con su intensa sensación de vida interior, de figura que respira, casi jadeante, a la expectativa de un acontecimiento culminante.

CONCLUSIÓN: La escultura, de dimensiones colosales, manifiesta el perfecto conocimiento de la anatomía humana, así como la actitud grandiosa y el porte heroico de contrapposto grecolatino. Esta obra se encuentra en la Galería de la Academia, Florencia. Aunque su destino inicial era la Plaza de la Signoria (donde se encuentra una copia), pero debió de ser trasladada debido a su deterioro.

ANÉCDOTA: antes de ser colocada la escultura, el confaloniero Soderini le dijo a Miguel Ángel que la escultura era espectacular pero encontraba la nariz de esta excesivamente grande y debía de arreglarla. Miguel Ángel, convencido de que el problema no era la nariz, sino el ángulo desde el que la observaba, no quiso discutir con él, cogió la escalera y subió hasta la cabeza del David con un cincel e hizo como que retocaba la nariz, solto polvo y volvió a bajar. Hizo que el confaloniero cambiase de lugar y este quedó completamente satisfecho con el arreglo, siendo todo un engaño del genio.

1 comentario:

  1. Muy buen comentario Belén, muchas gracias. También por la interesante anécdota, que no conocía.

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