Fachada occidental (acceso al opistodomos)
Fachada oriental (acceso a la cella).
La imagen que comentamos es una
arquitectura de tipo adintelado y planta longitudinal; de carácter religioso y
realizada en sillería de mármol pentélico dispuesta a hueso y trabada con
grapas metálicas. Es característica de la Grecia antigua, cuya cultura se
desarrolló a lo largo del primer milenio aC. (s. –IX a -II aproximadamente).
Se trata de un templo de orden
dórico, con columnas sin basa, fuste estriado y capitel con ábaco y equino; el
entablamento presenta un arquitrabe liso y un friso dividido en metopas y
triglifos, protegidos por una cornisa que sustenta un tejado a dos aguas en
cuya fachada principal se desarrolla un frontón triangular cuyo tímpano está
decorado con esculturas alegóricas. Tipológicamente, por el número de columnas
en fachada, es octástilo (ocho columnas) y, por la disposición de las mismas,
períptero (su perímetro está rodeado por una fila de columnas).La estructura de
este tipo de edificios se sistematizó ya desde época arcaica, teniendo su
precedente más inmediato en el mégaron micénico, una construcción que hacía las
veces de recinto donde se administraba el poder civil y religioso. Estaba
constituido por un recinto rectangular denominado naos o cella, en uno de cuyos
laterales menores –situado hacia el este- se abría el pórtico de acceso o
pronaos. Con el tiempo se fueron añadiendo estancias interiores como el
opistodomos, lugar donde se custodiaba el tesoro del templo, y columnas al
exterior, hasta rodear completamente el perímetro de la cella.
El templo era el edificio más
emblemático de la Grecia clásica, pues la religión constituía uno de los
pilares básicos de la conciencia cultural helena. Su función difiere bastante
de los edificios religiosos actuales, ya que no se entendía como un lugar de
reunión u oración, sino como el recinto depositario de la escultura y la llama
del dios a quien se consagraba. Los fieles acudían en procesión periódicamente
a realizar sus ofrendas, que eran recibidas por las sacerdotisas cuidadoras del
templo en el exterior del mismo y allí tenían lugar las ceremonias litúrgicas.
Es por eso que su emplazamiento coincide con lugares emblemáticos desde el
punto de vista histórico o paisajístico y que se encontraban casi siempre
dentro de un espacio sacralizado mayor, denominado témenos.
La fotografía nos muestra el
Partenón de Atenas, el templo más célebre de la cultura clásica, consagrado a
la Atenea Virgen. Fue mandado construir por Pericles, el instaurador de la
democracia ateniense, como parte de la reconstrucción de la Acrópolis de Atenas
tras el saqueo llevado a cabo por los persas durante las Guerras Médicas. Sus
arquitectos fueron Ictinos y Kalícrates, quienes lo erigieron entre -447 y
-438; su decoración corrió a cargo de Fidias y su taller, que adornaron el
templo con frontones alusivos a la vida de Atenea y las metopas con escenas
referidas al triunfo de la razón sobre el caos (amazonomaquia, gigantomaquia,
centauromaquia y la Guerra de Troya). El interior de la cella está recorrido
por el célebre friso de las Panateneas, de inspiración jónica en alusión a la
pretendida fundación de la ciudad por aquéllos como signo identitario frente al
resto de polis continentales.
El Partenón está considerado como el paradigma de la arquitectura de la antigüedad por su equilibrio, armonía y perfección, que coinciden con el prototipo de belleza clásico, basado en la proporcionalidad matemática asociada al hombre y la naturaleza. Para conseguirlo se emplearon correcciones ópticas en algunos de sus elementos, que intentaban superar las imperfecciones de la retina humana y alcanzar el modelo ideal de belleza. De forma probablemente intuitiva las relaciones entre las distintas partes del edificio responden a la fracción 4:9, el número áureo que estudiase por vez primera Euclides a principios del siglo III aC. y que buscase Platón como ideal de la divina proporción.
El Partenón está considerado como el paradigma de la arquitectura de la antigüedad por su equilibrio, armonía y perfección, que coinciden con el prototipo de belleza clásico, basado en la proporcionalidad matemática asociada al hombre y la naturaleza. Para conseguirlo se emplearon correcciones ópticas en algunos de sus elementos, que intentaban superar las imperfecciones de la retina humana y alcanzar el modelo ideal de belleza. De forma probablemente intuitiva las relaciones entre las distintas partes del edificio responden a la fracción 4:9, el número áureo que estudiase por vez primera Euclides a principios del siglo III aC. y que buscase Platón como ideal de la divina proporción.
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